y pensaba que sabia

¿Alguna vez has deseado hacer algo pero has querido estar seguro de que era el momento adecuado para hacerlo?

Ahí estaba yo hace unos 7 años atrás en referencia al viaje que abriría mis ojos y mi entendimiento como ningún otro lo ha hecho.

Pues sí, llevaba ya un rato anhelando hacer un viaje en específico. Sabía que necesitaba esperar por la certeza en mi interior de cuándo y con qué tour íbamos a ir a Israel, la Tierra Prometida. Tenía ese anhelo pero tampoco era que pensara en el tema todos los días.

Una tarde, me senté a comer delante de la tele, cuando un anuncio de un tour a Israel apareció, y en ese mismo instante, mi interior se conmovió y recibí esa certeza de que era el momento para hacer el viaje y que ése era el tour con el que debíamos ir. La certeza fue tan fuerte, que sabía que teníamos luz verde y que debíamos empezar los preparativos. Enseguida se lo conté a mi esposo e hijo. Ambos estaban super emocionados y contentos.
Teníamos unos 7 meses para reunir aproximadamente $9,000.

Fue emocionante ver cómo el dinero iba llegando a través de contratos de nuestra compañía. ¡El paquete del tour en Israel ya estaba pagado por completo! Ahora solamente faltaba el dinero para los billetes de avión. Una semana antes del viaje, y todavía no los teníamos. Faltando 3 días. Nada. 2 días y nada. La tensión empezó a sentirse. Roberto ya no estaba muy seguro del tema, al fin y al cabo, la que había recibido la certeza del tiempo para hacer el viaje había sido yo. Ya solo faltaba 1 día, y seguíamos sin los billetes. Las maletas estaban listas. La tensión se intensificaba. Y Dios lo hizo. Un cliente nos llamó que quería hacer inmediatamente un trabajo. ¡Imagínate a todos saltando de la alegría! El mismo día del viaje, el cliente firma el contrato y nos da el cheque…Pero el cheque no iba a estar disponible el mismo día. Ahora el ambiente ya está que arde con Roberto. Yo intento mantenerme enfocada y confiada en que Dios tiene la solución. Les digo a Roberto y Jacques que oremos para saber qué hacer. Mientras oramos, escucho en mi interior: “Llama a tus padres”. Les llamo. Ellos quieren ayudar pero no entienden por qué no les había dicho que planeábamos el viaje y tampoco consideraban que era el momento para viajar a Israel por lo que decían en las noticias. Les dije: “Voy a orar otra vez y os llamo de nuevo.” En ese instante, le pido a Dios confirmación y escucho: “Ya la tienes.” Desde el principio fue El quien me dio la luz verde. Sabía que no había sido mi idea. Así que llamo de regreso a mis padres confirmando que sí estamos supuestos hacer el viaje, a lo cual mi padre me da permiso para usar su tarjeta de crédito.

“Aquí tú podrías pensar, ¡asunto resuelto! ¡Qué bien que tus padres estuvieron dispuestos! Pero y si te digo que la página de internet de la compañía de billetes que iba a usar no permitía tarjetas de crédito internacionales? Sólo permitía tarjetas con domicilio en los Estados Unidos. Hay está el milagro, porque la tarjeta de crédito que no estaba supuesta a pasar, pasó.”

De ahí en adelante, todo fue corre que te corre. ¡Teníamos 8 horas! Con 2 horas de camino al aeropuerto y todavía sin tener quién llevarnos. Y sin embargo, la primera persona que llamé estuvo dispuesta.
Llegamos a tiempo al aeropuerto y ya en el avión, pudimos finalmente relajarnos. ¡Estábamos de camino a Israel! 

Dios había proveído 8 horas antes del vuelo y créeme, mi fe había sido estirada como un elástico.
Después de una escala, llegamos al aeropuerto de Tel Aviv, donde nos reunimos con parte del grupo del tour para coger un autocar que nos llevaría al hotel.

Durante el primer día del tour, no hay duda de que estaba muy agradecida de estar en Israel, pero mi mente no estaba enfocada. Mis emociones estaban super sensibles. A penas habían pasado 28 días desde que habíamos perdido un bebé después de 3 meses de embarazo. Era el segundo bebé. No estaba siendo nada fácil para mí. Con el primero, Dios tomó todo mi dolor. Podía llorar o recordar, y mi corazón no sentía dolor. Pero en esta ocasión, mis emociones querían expresarse fuertemente. 

Creo que fue en ese primer día en Israel que Dios me habla al corazón y escucho: “En esta ocasión, tú decides: O permites que los sentimientos tomen control, o decides creerme.”

Me sorprendió no haber escuchado un tono más compasivo. Sin embargo era justamente lo que necesitaba para poder re-enfocarme con rapidez y prestar atención al viaje.

Pasó el segundo día del tour y ya en el tercero empecé a clamar: “¿Dónde estás Señor? No te siento. ¿Será que todavía estoy enfocada en mí misma? Ayúdame a verte y sentirte.”

En ese tercer día, el autocar nos llevó al Mar de Galilea. Todos los autocares del tour iban a reunirse en un punto específico para compartir una presentación. Bajé del autocar, seguí a la multitud de gente por un camino de palmeras y mientras iba pensando que las palmeras me recordaban a mi islita de Mallorca, en ese mismo instante… 

Un instante que no debió durar más de 30 segundos, empecé a llorar. Sentí Su amor, el amor de Jesús. Ahí, caminando hacia el lugar donde Jesús, después de resucitar, esperó a la orilla del mar a varios de Sus discípulos…Ahí, en el lugar donde Jesús les dijo que lanzaran la red al mar una vez más…Ahí, donde Jesús preguntó a Pedro 3 veces:“¿Me amas?” Ahí sería mi primer encuentro, un encuentro con Su amor. Fue como cuando en un día caluroso caminas hacia una tienda y al abrirse las puertas sientes el gran cambio de temperatura y el movimiento del aire acondicionado por unos segundos.

La presencia de Su amor me hizo llorar y la pregunta “¿Me amas?” que escucharía a continuación, me dejaría pensativa todo el día. A Pedro, Jesús le dijo: “Apacienta mis corderos”, “pastorea mis ovejas”, “apacienta mis ovejas.” ¿Qué me estaba diciendo Jesús a mí? ¿Por qué había escogido ese lugar para tocarme y no otro? ¿Qué tendría el Mar de Galilea que necesitaba saber? 

En el tour me fui dando cuenta de que Galilea fue una zona donde Jesús hizo muchísimos milagros. Había leído esos milagros en la Biblia pero no sabía que habían sucedido en Galilea. Tampoco me había fijado nunca en el hecho de que Jesús había escogido Galilea como base de operaciones durante su ministerio y que al tomar esa decisión estaba cumpliendo palabras proféticas habladas 8 siglos antes de Su venida. También Jesús después de resucitar, le dijo a María Magdalena que avisara a los demás, que El iba a encontrarse con ellos en Galilea. 

“Un momento, un momento… y yo que pensaba que sabía…El viaje a penas estaba empezando y ya estaba llena de preguntas hasta el punto de estar incómoda…Incómoda por la ignorancia, incómoda por haberme conformado con lo que pensaba que sabía. Incómoda porque sabía que mis ojos se estaban empezando a abrir a la verdad y no sabía muy bien qué pasos seguir ni cómo hacer. “

Y, ¿qué hay de la presencia de Su amor en ese lugar? ¿Qué significado tenía? Muchos en Galilea recibieron a Jesús con los brazos abiertos. Sin embargo otros se ofendieron con lo que decía y hacía. Esa gente vio milagro tras milagro como la multiplicación de los panes y peces que alimentó a más de 4.000 personas y aún así muchas de ellas rechazaron Su Luz y Su Amor.

Pero eso no le tomó a Jesús de sorpresa, y aún así, sabiendo cómo la gente iba a reaccionar, ahí estaba restaurando, sanando, liberando, perdonando, invitándoles a que dejaran de hacer las cosas a su manera, a que dejaran el camino oscuro, enseñándoles a creer y a arrepentirse.

No fue hasta más tarde que aprendí que ese amor por el pueblo era mucho más profundo de lo que aparenta a primera vista. Hasta entonces, a penas había prestado atención al Antiguo Testamento. Yo diría que intentar entender El Nuevo Testamento sin el Antiguo es como llegar a ver una película al cine cuando ya está a punto de terminar. A penas te enteras de nada. 

En el Antiguo Testamento es donde leemos que Dios permitió que en el año 724 antes de Cristo, Asiria capturara el norte de Israel porque decidieron alejarse de Dios una y otra vez. Cantidades de veces Dios les envió a hombres con mensajes para que se arrepintieran y regresaran a El. Pero el pueblo no quiso escuchar. 

724 años después, Dios envía a otro hombre, pero no cualquier otro hombre. Envió a Su Unico Hijo, a esa misma área, Galilea, al norte de Israel, con el mismo mensaje de creer y arrepentirse, de regresar a Dios. Galilea seguía en el corazón de Dios, sin importar el tiempo que había pasado o sin importar que la gente lo había rechazado una y otra vez.

Y ese fue el encuentro que tuve con Su Amor. 

“Pues Dios amó tanto al mundo que dio a su Unico Hijo, para que todo el que crea en El no se pierda, sino que tenga vida eterna.”

Juan 3:16 Nueva Traducción Viviente (NTV)

Ese es el corazón de Dios, quien quiere que también tú recibas Su amor. El te busca. El te ama tal como eres. Es Su amor el que te va transformando a medida que vas aprendiendo de El. Pero de algo no hay duda: El no impone Su amor. Es una decisión personal. Es tu decisión. El anhela estar contigo y 2,000 años atrás proveyó el camino. Romanos 10:9 dice: “que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo.” Tú decides. Shalom.

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