Es solo conociendo el original que sabes cuándo no lo es

Sin original, no hay copia​

Recién llegada a los Estados Unidos, me llamaba la atención unas tiendas donde podías comprar la mercancía a un gran descuento de hasta el 60%. Al principio no me preguntaba el motivo, simplemente encontraba cosas que me gustaban a un buen precio. Pero poco a poco puede ir entendiendo que era una mezcla de razones: Productos fuera de temporada, con defectos menores, de tiendas que habían cerrado… Hasta que un día vi que un bolso de cierta marca se veía diferente y era de menor calidad. Al mirarlo bien, el bolso se parecía muchísimo a otro, al original, hasta el logotipo era increíblemente parecido. Los colores, la forma. Todo. Y eso me molestó porque no lo vi como falta de creatividad de parte de una compañía, pero como que esa compañía había estudiado bien un producto para fabricar otro que se pareciera tanto al original, que la gente lo confundiera y se lo llevara pensando que era el original. Al fin y al cabo, es solo conociendo el original que sabes cuando no lo es.


En otra ocasión estaba en el supermercado. Iba con un poco de prisa llenando el carro de compras con productos habituales. Al llegar a casa, me di cuenta de que una de las botellas de jabón no era de la marca de siempre. Me quedé admirada del parecido: La forma de la botella, los colores, el diseño general… 

En mi siguiente viaje al supermercado, presté atención y pude ver que el producto que había comprado por equivocación estaba justo a la par de la marca que yo siempre compraba. Y eso también me molestó, porque deliberadamente, los habían colocado de esa manera, no con la intención de que el cliente pueda compararlos y decidir, pero para que se lleven el producto imitado, por equivocación. ¿Por qué ese empeño de crear una versión modificada y barata de un buen producto?

 

Y podríamos extender el tema a productos falsificados ilegalmente y de cómo afectan industrias, personas y naciones.

Pero, ¿qué tal si te digo que en las primeras páginas de la Biblia...

...podemos ver la primera falsificación, la primera alteración? Interesantemente, es un evento primordial para entender muchas cosas. Así que miremos juntos lo que dice el libro de Génesis, el libro de principios. Vemos como Dios es el Creador de todas las cosas y del ser humano. En el capítulo 2, Dios toma al hombre y lo pone en el jardín del Edén para que lo cultive y lo cuide y a continuación le da este mandato.

Presta atención:

«Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no deberás comer. El día que de él comas, ciertamente morirás».
Esta es la declaración original. Ahora escucha la siguiente declaración en Génesis 3, donde la serpiente habla con Eva, la mujer:
—¿Es verdad que Dios les dijo que no comieran de ningún árbol del jardín?
—Podemos comer del fruto de todos los árboles —respondió la mujer—. Pero, en cuanto al fruto del árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha dicho: (Presta atención) “No coman de ese árbol, ni lo toquen; de lo contrario, morirán”.

¿Escuchaste la diferencia? ¿De dónde salió la noción de que no podían tocar el árbol? ¿Por qué añadió esas palabras?

Muchos conocen la historia, pero, ¿te has parado a pensar en qué tipo de animal era éste que hasta podía hablar? La Biblia dice que era más astuta que todos los animales. Su pregunta ya empieza con el propósito de distorsionar la verdad. [¿Es verdad que Dios les dijo que no comieran de ningún árbol del jardín?] Cuando Dios puso el énfasis en que podían comer de todos, solo de 1 en particular no debían comer, y no ocultó a Adán el tipo de árbol que era. Le dijo directamente que era el árbol del conocimiento del bien y del mal.

Sigamos leyendo cómo continúa la conversación.

“Pero la serpiente le dijo a la mujer:

—¡No es cierto, no van a morir! Dios sabe muy bien que, cuando coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y llegarán a ser como Dios, conocedores del bien y del mal.

La mujer vio que el fruto del árbol era bueno para comer, y que tenía buen aspecto y era deseable para adquirir sabiduría, así que tomó de su fruto y comió. Luego le dio a su esposo, y también él comió. En ese momento se les abrieron los ojos, y tomaron conciencia de su desnudez. Por eso, para cubrirse entretejieron hojas de higuera.”

Dios había dado el dominio de la creación al hombre.

Hasta me parece fascinante que Dios dejara que fuera Adán que diera nombre a todos los animales. ¿Te imaginas eso, el tipo de sabiduría que Dios había dado a Adán para que pudiera nombrar cada uno de los animales de la tierra de acuerdo a sus características? ¿Por qué Eva pensaría que el fruto del árbol era deseable para adquirir sabiduría? Dios ya les había dado sabiduría. Ya Dios los había creado a su imagen y semejanza. Eso ya les pertenecía, y sin embargo la serpiente dijo “llegarán a ser como Dios.” Fue la serpiente la que distorsionó las palabras dichas por Dios, la que las alteró, pero fueron Adán y Eva quienes escogieron la mentira, en vez de la verdad de Dios. ¿Resultado? Adán murió a los novecientos treinta años de edad. Está claro que Dios no estaba hablando de muerte física, pero de muerte espiritual. Algo que afectaría a la humanidad entera, no solamente a Adán y Eva. Ellos fueron expulsados del jardín, que representa la presencia de Dios. Habiendo pecado y desobedecido, no podían seguir donde también estaba el árbol de la vida. Fueron removidos de la presencia de Dios. Separados de Su creador. ¿Puedes pensar por un momento lo que eso significó para Dios? El ser humano, la cumbre de Su creación, la joya más preciada, y ahora el hombre no podría estar con Él. ¿Por qué? Porque Dios es Santo. El pecado y la pureza no pueden estar juntas, así como el agua y el aceite no se mezclan.

Pero qué maravilloso es Dios que no se quedó de manos cruzadas. Al contrario, Su plan para poder estar de nuevo con el hombre se puso en acción. Y ahora escucha esto: El pecado causado por el primer hombre, Adán, el pecado que causó separación de Dios, sería removido por otro hombre, miles de años después, Jesús. Pero al igual que Adán escogió, tú y yo, debemos escoger, aceptar o rechazar la verdad de que el Único camino a Dios es Jesús. Hay otros caminos, pero son distorsiones, no llevan al Padre Celestial, no llevan al Creador. Pero no me creas a mí. Te invito a que leas la Palabra de Dios, porque es conociendo más y más el original, que la distorsión, la copia, no podrá tener efecto en ti.
La verdad te hará libre. ¡Shalom!

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