¿Qué señal?
Hoy exploraremos el tema de las señales. Nunca he sido una persona que lee revistas de entretenimiento. Podría decirse que les echo un vistazo cuando estoy en la peluquería o en los supermercados. Siempre las ponen al lado de la caja, y mientras espero mi turno para pagar, leo los títulos de las portadas. La mayoría de las veces los títulos me hacen sentir compasión por los artistas. Otras veces me hacen reír, porque dan la sensación de que presentan esos temas porque simplemente necesitan contenido. Pero no hay sabiduría en ellos y sin embargo la gente los lee como si fueran fuentes de gran conocimiento.
En particular, me llaman la atención aquéllos que empiezan con frases como:
“5 Señales de que necesitas cambiar de teléfono móvil”.
“10 Señales que demuestran si eres inteligente”.
“6 Señales de que él te quiere”, etc.
Es la palabra “señales” la que capta mi interés. Hablando de señales como un signo, seña o marca, el diccionario dice que las señales se crean de acuerdo a pautas para que puedan ser reconocidas por la mayor cantidad de gente posible y ubicadas en lugares visibles para llamar la atención.
¿Qué tipo de señales te vienen a la mente en este momento? ¿Señales de móvil, que si hay cobertura o no? ¿De tránsito? ¿Señales de buenos o malos hábitos?
A mí me viene a la mente el tipo de señales que el hombre no puede duplicar o por las que no puede atribuirse el mérito.
Ese tipo de señales son actos sobrenaturales,
tienen el propósito de dejar huella, tienen el poder de tocar y cambiar a una persona. Y sin duda, hay una señal específica que ya ha sido echa visible para beneficio de la mayor cantidad de gente posible. Y es la siguiente:
En una ocasión, Jesús estaba rodeado de los religiosos de la época, los escribas y fariseos, quienes pedían a Jesús una señal que demostrara que El era el Mesías que estaban esperando. Como si los milagros que habían presenciado no fueran suficiente evidencia. La respuesta de Jesús la podemos encontrar en el libro de Mateo capítulo 12 y dice así:
“Esta generación mala y adúltera demanda una señal; pero no le será dada otra señal que la señal del profeta Jonás.
Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches.”
La historia de Jonás es muy popular entre los niños porque Jonás fue tragado por la ballena. Sin embargo esta corta historia en el Antiguo Testamento tiene un trasfondo muy poderoso. Recordemos los eventos. Jonás es un profeta de Dios que recibe una misión de ir a la gran ciudad de los enemigos de Israel y advertirles de que debían arrepentirse de sus caminos. Y Jonás, sabiendo que Dios los perdonaría, no quiso ir. De echo se subió a un barco en dirección contraria a donde debía ir. ¿Destino? El Sur de España, conocida como Tarsis en aquella época. Su desobediencia causó que Dios mandara una tormenta y que Jonás fuera lanzado al agua. Y que el gran pez que Dios había preparado se tragara a Jonás, donde pasaría 3 días y 3 noches en su vientre, antes de ser escupido. Para entonces, Jonás se había arrepentido de haber desobedecido. Cumplió su misión, pero en ningún momento estuvo de acuerdo con que Dios tuviera tal misericordia de ellos. La respuesta de Dios a Jonás fue:
“¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben distinguir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?"
Y así termina el libro de Jonás, con esas palabras, de piedad. Y regresando a la respuesta de Jesús, podemos ver, que la historia de Jonás es de mayor importancia, y que definitivamente no solo es una historia para niños. Pues Jesús la usa como señal que apunta a Su muerte y a Su resurrección. Jesús murió y resucitó al tercer día. Esa es la señal de que Él es el Mesías. Esa es la señal de que: “Tanto amó Dios al mundo, que no dudó en entregarle a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino tenga vida eterna.” La Palabra de Dios está llena de señales y es más, nos anima a que deseemos las señales de Dios porque cada una de ellas tiene un propósito y sobre todo, porque le dan el crédito o la gloria a El.