Más allá de lo que había imaginado
¿Cuántas veces has hecho planes y no te han salido como esperabas? ¿Cuántas veces has tenido expectativas y no se han cumplido? Pero, ¿y qué tal si eso resulta funcionar a tu favor?
Si todavía no has escuchado mi podcast con título “Y pensaba que sabía”, te animo a que lo hagas porque te ayudará a entender éste mejor.
Mi viaje a Israel sacudió tantos aspectos de mi vida que aún en el día de hoy, 7 años más tarde, siento que a penas estoy empezando a descubrir su profundidad. Cuando miro las fotos tomadas en las que yo salgo, en la mayoría tengo una expresión interrogativa, pensativa, insatisfactoria y de reto.
Los días del tour pasaban muy rápidamente y los 4 últimos, tuvieron lugar en Jerusalén. Uno de esos días visitamos el Estanque de Betesda. Quizá no te suene el nombre, pero seguro que te suena el milagro que Jesús hizo en ese estanque.
Se encuentra en el libro de Juan 5:2-18 (RVR1960)
2 Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos.
3 En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua.
4 Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese.
5 Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo.
6 Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano?
7 Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo.
8 Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda.
9 Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo.
En ese mismo lugar del estanque estábamos, observando, haciendo fotos, grabando vídeos, cuando escuché a un grupo de personas levantando la voz de gran manera. Algo me movió a encontrar a ese grupo. Solamente los escuchaba, pero no los veía. Al llegar donde estaban, vi que eran de nuestro tour, pero no de nuestro autocar. Estaban orando con gran fervor. En ese momento, yo tenía la cámara grabando y en cuanto el líder del grupo me vio, me señaló con su dedo y me chilló: “NO CAMARA.” Me hizo hasta saltar. Inmediatamente la apagué y me uní en oración con ellos.
Y ocurrió… Jesús me tocó personalmente. Era mi segundo encuentro con El. En la primera ocasión el encuentro fue con Su Amor. En esta segunda ocasión me tocó con Su poder sanador. Una parte de mi cuerpo empezó a sentir gran calor, junto con una sensación de cosquilleo. Y en ese mismo preciso instante, Jesús hizo por mí más allá de lo que yo había imaginado.
Al regresar donde mi esposo Roberto estaba, no pude explicarle lo que había sucedido, pero pudo percibir en mi rostro que algo sí había sucedido.
Lo único que yo supe en ese instante fue que estaba contenta de que el hombre me chillara: “No cámara”, para poder prestar atención al momento, y no al querer obtener una toma más en mi cámara para revisarla al llegar a casa.
Su poder sanador me había tocado, y así como en los versículos anteriores dice que “al instante aquel hombre fue sanado”, al instante me vino la regla.
¿Qué? ¿Por qué tengo que mencionar eso? Si has escuchado mi podcast “Y pensaba que sabía”, sabrás que menos de un mes antes del viaje a Israel, perdimos nuestro segundo bebé después de 3 meses de embarazo. Ya llevaba 4 meses sin la regla y en mi preparación para el viaje, ni se me pasó por la mente llevar lo necesario.
En ese momento sólo pude pensar en la inconveniencia y cómo conseguir compresas. ¿Dónde podía ir a comprarlas ahora? Ni idea. Me tocó preguntar a las mujeres del autocar, en el hotel… Me tocó ser creativa y no estaba lo que se dice muy contenta. ¿No podía haber esperado un poco más? ¿Justamente ahí?
“No, en ese momento no entendí lo que Jesús había hecho, ni la magnitud de su toque sanador en el Estanque de Betesda. Sería dos semanas más tarde, dos semanas después del toque de Su poder, que lo entendí, pues quedé embarazada y 9 meses más tarde, nació David.“
Jesús, una vez más, había hecho un milagro en ese lugar llamado Betesda, que en hebreo significa “casa de misericordia.” Solo que en esta ocasión, el milagro fue para mí. Jesús fue más allá de lo que había imaginado. Lo que me llama la atención de la misericordia es que se trata de compasión que da por sentada la necesidad en aquel que la recibe. En otras palabras, El tuvo compasión de mí y obró a mi favor.
“Con la situación global de hoy” quiero que sepas que Jesús sigue siendo rico en misericordia. Su misericordia no es compasión sin acción. Todo lo contrario. Su compasión se manifiesta en actos; es activa y está disponible para ti. El lo hizo por mí aquel día. El lo puede hacer por ti hoy. El puede tocar tu necesidad ahí mismo donde estás y convertirla en un milagro.
“Me gustaría acabar este podcast orando por ti, si me lo permites.” Padre, en el nombre de Jesús, te doy las gracias por tu misericordia que se mueve y toca a las personas que están escuchando este podcast. Gracias porque tu misericordia toca el temor y lo convierte en fe, toca mentes confundidas y las convierte en mentes enfocadas, toca cuerpos enfermos y los sana, toca malos pensamientos y los limpia, toca familias rotas y las restaura, toca finanzas secas y las multiplica, toca la falta de trabajo y produce ideas creativas, toca caos y trae paz. Te doy las gracias por adelantado, en el nombre de Jesús. Amén.
“SEA CUAL SEA TU SITUACION EN ESTE MOMENTO” quiero que sepas que para Jesús no hay situación difícil. Si no lo conoces todavía, si no lo has aceptado como Salvador y deseas hacerlo, simplemente háblale ahí donde estás y dile: “Jesús, me arrepiento de mis pecados, entra en mi corazón, sé mi Salvador, y guía mi camino.”
Es así de sencillo. Con Jesús en tu vida, prepárate a vivir más allá de tus expectativas y de tus posibilidades. ¡Shalom!