Hora de Decisión
Hora de Decisión
En mi adolescencia, siempre quise viajar y aprender idiomas. Por un lado, siendo de Mallorca, una isla cuya economía se basa principalmente en el turismo, me molestaba no poder comunicarme con extranjeros…Por el otro lado, mi padre durante muchos años trabajó en comunicaciones. Entre otros, tenía trabajos en diversos hoteles y crecí con ciertos privilegios en algunos de esos lugares. El que más frecuentábamos era uno de franceses. Poco a poco empecé a hacer amistades y la oportunidad de viajar a Francia se hizo realidad. En la escuela, en aquella época solo enseñaban francés, así que ya me defendía un poquito. Después de ese viaje, empecé a pensar en que mi vida se desarrollaría en París. Me fascinaba el idioma, el retrato romántico de las películas, la gran acogida de las amistades que hice y el hecho de que no estaba demasiado lejos de casa.
Así que a mis 19 añitos, me embarqué en un avión con destino a París con grandes expectativas de hacer vida ahí. Poco después de llegar, esa ilusión empezó a desvanecerse a pasos agigantados. El primer año fue de muchas desilusiones a nivel personal, mezcladas con las maravillosas aventuras de visitar una ciudad como París.
Al año, decidí ir a casa para pasar parte del verano, pero con la idea de regresar a París. Y fue durante mi segundo año en esa ciudad que mi interior empezó a chillar. ¿Pero por qué? En sí, tenía un buen trabajo en una tienda de ropa en los Campos Eliseos, estaba alquilando un mini-estudio en las afueras de la ciudad, tenía amistades que me estimaban y que me habían apoyado muchísimo desde el principio, tenía ahorros en el banco, el idioma se había convertido en algo ya natural para mí…Entonces, ¿por qué ese desespero en mi interior? La realidad es que poco a poco me iba sumergiendo en una cultura que estaba a kilómetros de distancia de los valores y principios en los que mis padres me habían educado. La corriente cultural era muy fuerte y me fui encontrando en situaciones donde nadar contra corriente se iba haciendo más y más duro. Jamás me había sentido tan vacía y tan alejada de mis raíces. Hasta recuerdo la noche en que me dije a mí misma: “Hace más de un año que ni dices el Padre Nuestro.” Y eso que en aquella época no me consideraba una persona de fe. Pero el conflicto en mi interior llegó a ser tan fuerte que sin lugar a dudas, había llegado la hora de tomar la decisión: Debía salir de ahí y pronto.. Y no sólo eso, también sentí como… una especie de imán que me estaba estirando y sacando de Francia.
Regresé a casa con los planes de aprender el siguiente idioma, el inglés. Me hacía ilusión ir a Estados Unidos con un programa de Au Pair que consistía en vivir un año con una familia americana, cuidar de los niños, y aprender el idioma. Pero la agencia de Au Pair me dijo que al no hablar inglés todavía, no me podían aceptar en el programa. Bueno, ¡pues a Londres se ha dicho! Esa etapa fue bastante dura. No saber el idioma, no conocer a nadie, ser colocada en una familia incompatible conmigo, estar en una zona no muy agradable…Uf, recuerdo la llamada de teléfono con mi papá a las semanas de estar ahí. Realmente estaba llorando. Mi papá me dijo que no me preocupara, que él me pagaba el billete de regreso a casa si quería. Sin embargo, no podía explicar por qué, pero así como en Francia el imán me sacó del país, así el imán ahora me estaba atrayendo a la idea de quedarme, de contactar a la agencia y pedirles si era posible cambiar de familia. Quería aprender el idioma.
A los días me transfirieron a otra familia, conservadora, de buenos medios y que hablaba bastante español, y eso me ayudó muchísimo. Mi inglés fue mejorando, estaba disfrutando de los 3 niños que cuidaba, de las visitas turísticas, de las compras, de las nuevas amistades que iba haciendo, incluyendo una pareja americana…
Y sin embargo me encontré de nuevo una noche en mi cuarto, reflexionando sobre ese vacío que seguía sintiendo. Era como que poco importaba dónde estuviera, en qué país me encontrara, las oportunidades de llenar ese vacío con las cosas o personas equivocadas eran evidentes. Ahí estaba la corriente cultural otra vez, ese entorno desafiando con comportamientos, creencias, valores cultivados en esa sociedad. Empezaría a entender que las culturas son formadas por personas y que las personas no solamente no son perfectas, pero son capaces de seguir ideologías y patrones sin retar ni cuestionar. Pero había algo más, y todavía no sabía qué era. El tema estalló cuando la familia decidió ir a esquiar a los Pirineos Franceses, donde encontraría a gente que había conocido en uno de los hoteles de Mallorca. ¿En serio? ¿Qué no estaba en Londres? ¿Qué estaba haciendo en Francia con gente que había conocido en España? Y de vuelta a Londres, amigos de Francia que vendrían a visitarme también. ¿Qué? Eso era una rueda y una rueda muy pegajosa. Algo en mi interior seguía con gran inquietud. Empecé a ver que tanto España, como Francia e Inglaterra, lo único que tenían en común era: YO, mi vacío interior, y las corrientes culturales de cada país. Y ahí fue cuando sentí que el magnetismo del imán se había desconectado. Había llegado la hora de tomar la decisión: Terminar los 9 meses en Londres y salir de ahí.
Estados Unidos
Regresé a casa para el verano y empecé a preparar mi siguiente viaje. Esta vez la agencia Au Pair de Estados Unidos sí aceptó mi aplicación. La familia que escogió mi perfil fue el jefe de gabinete de la Casa Blanca durante la presidencia de Bill Clinton. No podía sonar más americano, ¿verdad? Hasta ahora había estado viviendo en países europeos, pero el continente americano presentaba nuevos horizontes para mí. Os podéis imaginar las increíbles oportunidades que surgieron al estar con una familia en el mundo de la política a un nivel tan alto: Tours privados, asientos destacados en eventos, viajes, celebraciones con gente de alta sociedad, conocer al Presidente… Y sin embargo, seis meses después, ahí estaba otra vez, en mi cuarto, reflexionando sobre ese vacío que seguía sintiendo. Si tenía que ser sincera conmigo misma, me daba la impresión de que lo único que estaba haciendo era agrandar la lista de cosas realizadas. Pero ni si quiera esa era mi meta. Lo único que quería era terminar de aprender inglés en América, regresar a España y encontrar un buen trabajo hablando 3 idiomas. Sin embargo, todavía faltaban 6 meses más. Empecé a prestar atención a los periódicos y revistas locales y viviendo en Georgetown, una ciudad universitaria, me fijé que la universidad ofrecía carrera de interpretación, y me llamó la atención…Y ahora que estaba empezando a relacionarme con el tema de la política, la idea de trabajar como intérprete para la ONU, las Naciones Unidas, no parecía algo fuera de alcance. Empecé a contemplar el tema. Y fue a partir de ese momento que el imán que había sentido en Francia y en Inglaterra, empezó a trabajar en Estados Unidos, pero esta vez, con una intensidad mayor, a tal grado que los planes para mis siguientes pasos serían anulados uno a uno. Conocí a Roberto, quien hoy es mi esposo. Para empezar, la idea de mi marido ideal era un hombre extranjero y me encontré con un salvadoreño, roquero, con un vacío en su interior tan grande como el mío…Pero esta vez, algo era distinto. Ese imán fue magnificándose más y más cuando Roberto me invitó a ir a una iglesia con él. A penas él acababa de empezar a asistir, pues andaba buscando respuestas a muchas preguntas. En mis visitas a esa iglesia, había algo que no podía negar: Ese vacío estaba empezando a desaparecer, y con honestidad, no tenía nada que ver con Roberto, tenía que ver con Dios. Dios era el que estaba dándome Su paz, y esa paz empezó a ser mi guía.
Ese vacío...
Hoy puedo entender algo que no entendía antes y cómo me hubiera gustado haberlo sabido antes, porque me hubiera ahorrado momentos amargos. Ese vacío que todo ser humano siente, aún cuando las cosas parecen ir bien a los ojos de uno, tiene que ver con Dios. Es un espacio que solamente El puede llenar. Uno puede intentar llenarlo con infinidad de cosas y personas, pero no funciona. Las piezas simplemente no encajan.
Entendiendo los días por venir
Ahora, no cuento todo esto para que conozcáis los kilómetros que he recorrido, pero para traer a la mesa el tema de la cultura y la hora de decisión en la vida de cada uno. Y como sabéis que siempre lo relaciono con temas bíblicos, veamos juntos qué dice la Biblia al respecto y cómo nos puede ayudar a entender y a navegar los días que estamos viviendo y sobre todo los que están por venir. Pero antes de empezar, creo que vale la pena hacer una pausa para explicar algo que me ha ayudado mucho y es el haber entendido que la Biblia está escrita con historias que se conectan entre sí. No sigue el orden A, B, C, D… No son ideas individuales y aisladas. No se trata de contar una historia, punto final, empecemos otra historia. A menudo encuentras conceptos importantes que son introducidos en la letra A pero completados en la P, repetidos en la F con detalles nuevos, y hay que conectar los puntos. Es por eso que intentar leer el Nuevo Testamento sin la base del Antiguo Testamento no tiene sentido. Jesús mismo se refiere constantemente al Antiguo Testamento. ¿Cómo vas a entender lo que dice si no conoces de dónde proviene el principio del cual está hablando? Incluso diría que las palabras “Antiguo” y “Nuevo” cuando fueron traducidas causaron una división, porque si Antiguo significara ya no es relevante, ya pasó de moda, ahora basta con conocer lo Nuevo, entonces se estaría desechando 3/4 partes de la Biblia. Y si esos 3/4 no fueran importantes, ¿por qué Dios se molestaría en ponerlos? Fíjate en tu Biblia, encuentra dónde termina el Antiguo y dónde empieza el Nuevo Testamento. Mi Biblia tiene 1.867 páginas. El Antiguo Testamento termina en la página 1.417 lo que significa que el Nuevo contiene 450 páginas. Parece desproporcionado ¿verdad? Pero no lo es, porque ambos testamentos o pactos de Dios con la humanidad son una continuación, se complementan, van conectados. Entonces, para mirar el tema de la cultura en este libro, tengamos en cuenta lo que acabamos de explicar, que sus páginas tienen un estilo narrativo donde encuentras palabras e imágenes que se complementan y se repiten y que te invitan a hacerte preguntas como, ¿dónde he escuchado esto antes? ¿Dónde aparece esta palabra o frase por primera vez?
Teniendo eso en cuenta, empecemos en el primer libro, Génesis. Las primeras páginas de este libro contienen principios esenciales que a menudo se pasan por alto, sobre todo cuando uno se dice así mismo, vale, vale, eso ya lo sé, bla, bla, bla, pasemos a otro tema. Y eso causa que mucho contenido pierda significado, o no se entienda, o sea ignorado.
Entonces, no los pasemos por alto. Prepárate un cafecito, chocolate caliente o un té con galletitas, ponte cómodo, cómoda, abre tu Biblia y tomemos un ratito para leer, hacer pausas, hacer preguntas, ver conexiones… ¿te parece? No asumamos que sabemos todos los detalles. Génesis empieza con la creación, Dios creando los cielos y la tierra y todo lo que hay en ellos. Aquí vemos que Dios es el Creador. El habla y sucede; por ejemplo, Dios pone límites a las aguas, y las aguas obedecen. Pero si haces pausa aquí, puedes reflexionar y ver que si Dios es el Creador, entonces nadie lo creó a Él, ¿verdad? El siempre ha existido. También puedes meditar en el hecho de que como se trata de Su creación, entonces es Dios quien pone el manual de uso. Dios tiene una cultura específica para Su Creación y sabe que es solamente siguiendo sus especificaciones que la tierra y todo lo que hay en ella funcionarán correctamente. Esto me recuerda a una historia que escuché de un señor a quien se le quedó el coche en la carretera. Resultaba que era mecánico y pensó que podría solucionar el problema. Pero no importaba lo que hiciera, nada funcionaba. Al cabo de un rato, alguien se paró a ayudarle. Esa persona le aconsejó que siguiera sus instrucciones, pero el dueño del coche saltó diciendo que eso jamás funcionaría, “¿por qué debería hacer lo que estás diciendo?”, dijo el mecánico. “Porque yo diseñé tu coche”, contestó el buen samaritano. Quizá, tú hubieras añadido, “no seas terco y haz lo que te digo. ¿Quieres que arranque tu coche sí o no? ¡Aprende a seguir instrucciones!”
Bueno, pues sigamos. Dios, interesantemente creó las bestias, serpientes y animales de la tierra en el mismo día que Dios creó a Adan y Eva, en el sexto día. Y Dios vio que todo lo que había creado era bueno. Leamos los versículos 27 y 28 del capítulo 1 sin la actitud de, sí, sí, ya sé todo esto, ¿vale? : “Cuando Dios creó al hombre, lo creó a su imagen; varón y mujer los creó, y les dio su bendición: «Tengan muchos, muchos hijos; llenen el mundo y gobiérnenlo; dominen a los peces y a las aves, y a todas las bestias que se mueven sobre la tierra.» En otras palabras, la cultura de Dios era que todo había sido creado para el hombre y la mujer, para la humanidad. Dios ya tenía el escenario listo para que Adan y Eva nada más actuaran usando el manual. Dios les entregó el dominio de todo lo creado. ¡Uau, genial! Dios estaba con ellos, hablaba con ellos, pasaba tiempo con ellos…¡Fascinante! ¡Todo un paraíso! Y ahora Dios añade otra pauta para la cultura de Su creación en el capítulo 2: «Puedes comer del fruto de todos los árboles del jardín, menos del árbol del conocimiento del bien y del mal. No comas del fruto de ese árbol, porque si lo comes, ciertamente morirás.» Muy bien, Dios ya ha explicado Su cultura: Multiplícate, domina sobre todas las cosas y bestias, únicamente ten presente esto: de este árbol, no comas. Tienes también el otro árbol, el de la vida. Pero del árbol del conocimiento del bien y el mal, no comas. Todo les era lícito excepto un árbol. Si Dios lo dijo, es porque es importante. ¿Qué crees tú que representa ese árbol? Continuemos. Seguro que lo que viene a continuación también ya lo conoces, pero de nuevo, prestemos atención sin la actitud de yo ya sé todo esto: Viene la serpiente, astuta, más que todos los animales del campo, y con astucia cambia las palabras habladas por Dios y dice “seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.” Un momento, ¿no dijo Dios que había creado al hombre a Su imagen y semejanza? Ellos ya eran como Dios. Y tiene sentido que si Dios paseaba en el jardín con ellos, seguro que les enseñaría muchas otras cosas. Es como un papá que va enseñando a sus hijos pasito a pasito. Simplemente, mientras alcanzo a explicaros muchas otras cosas, NO comáis de ese árbol, ya llegaremos a esa parte, ¿vale hijitos?
Dominio perdido
Lo siguiente que vemos en el capítulo 3 es super triste: Eva come del árbol del cual Dios había dicho que no comieran, Adan como del árbol también. Desobedecen a Dios y rompen una norma de la cultura de Dios para Su creación: ¡Ser humano, domina sobre las bestias! Puf, ser humano, lo tenías y ahora ya no lo tienes, ¿qué has hecho? Te has quedado sin tu dominio. Se lo has dado a la bestia, a la serpiente. Ahora la bestia usará el mal. Irá en contra del diseño y cultura de la creación. Leemos en los versículos 14 y 15: “Entonces el Señor Dios le dijo a la serpiente: «Por lo que has hecho, eres maldita más que todos los animales… Y pondré hostilidad entre ti y la mujer, y entre tu descendencia y la descendencia de ella. Su descendiente te golpeará la cabeza, y tú le golpearás el talón». Aprendamos a hacernos preguntas. ¿A quién se refiere aquí cuando habla de descendencias? ¿Quién golpea la cabeza de la bestia? Sigamos avanzando las páginas de este primer libro de la Biblia, Génesis. A Dios no le queda otro remedio que sacarlos del jardín del Edén porque al tener alcance a hacer cosas malas, si comían del árbol de la vida, vivirían para siempre haciendo el mal. ¿Crees que Dios exageraba? ¿Qué es lo siguiente que vemos? Caín y Abel, hijos de Adán y Eva. Caín está celoso de Abel. Vemos a Dios como padre, hablando con su hijito en el capítulo 4: «¿Por qué estás tan enojado?—preguntó el Señor a Caín—. ¿Por qué te ves tan decaído? Serás aceptado si haces lo correcto, pero si te niegas a hacer lo correcto, entonces, ¡ten cuidado! El pecado está a la puerta, al acecho y ansioso por controlarte; pero tú debes dominarlo y ser su amo». Vemos cómo Dios se toma el tiempo para instruirle. Pero Caín ignora el consejo. Ignora la cultura de Dios y mata a Abel. ¿De dónde sale ese conocimiento tan malvado? Sí, del árbol del conocimiento del bien y el mal. Desgraciadamente, a partir de aquí vemos cómo la tierra se va llenando de hombres, mujeres, violencia y comportamientos totalmente contrarios a la cultura o principios de Dios. Vemos al ser humano actuando como bestias. Y no es exageración. Fue tal la magnitud de la maldad humana en la tierra, que Dios tuvo que enviar el diluvio. En el capítulo 8 Dios dice: “Nunca más volveré a maldecir la tierra por causa de los seres humanos, aun cuando todo lo que ellos piensen o imaginen se incline al mal.”
Una vez más, Dios no estaba exagerando, porque tan pronto como Noé y su familia salió del arca, vemos cómo uno de los hijos de Noé, Cam sigue con la inclinación al mal, a lo perverso. Cam se convierte en el padre de Canaán. ¿Por qué es significativo este detalle? De la descendencia de Cam sale el personaje Nimrod. ¿Te suena de algo? Nimrod era un gran guerrero y cazador de animales, pero no en el buen sentido. Su violencia era brutal. Él construyó su reino en la tierra de Babilonia, con ciudades como Babel y extendió su territorio a Asiria donde construyó ciudades como Nínive. ¿Te suenan esos nombres? La Torre de Babel, queriendo crear un nombre para ellos mismos, independientes de Dios, intentaron edificar una torre que llegara al cielo. Dios lo impidió confundiéndolos con diferentes idiomas. ¿Níneve? El libro de Jonás dice que cuando este profeta recibió la comisión divina de predicar un mensaje de juicio a Nínive, la capital asiria, salió huyendo en dirección opuesta… acabó en la barriga de un gran pez…¿Recuerdas? Babilonia, Asiria, Egipto, más tarde Roma, Grecia…fueron imperios con culturas totalmente opuestas a la cultura de Dios y sus principios. Y ahí fue cuando empecé a entender la pieza que por años no comprendí durante mis viajes: Las corrientes culturales. Ahora es sencillo, es todo aquéllo que va en contra de Dios, todo lo que no sigue Sus instrucciones o manual. Cuando empecé a leer sobre Moisés, Egipto, y cómo Dios los liberó de la esclavitud, siempre me hacía sentir un poco triste leer que la generación que salió de Egipto NO entró en la tierra prometida. Estuvieron 40 años dando vueltas en el desierto, cuando podemos leer que el viaje hubiera tomado menos de 2 semanas. ¿Por qué Dios tuvo que hacer eso? Durante más de 400 años, la nación de Israel vivió como esclava en un país opuesto a Dios. Pero los hebreos ya no estaban en Egipto, sin embargo, Egipto seguía en ellos: Adoraban a ídolos, a otros dioses, a lo bueno llamaban malo y a lo malo bueno, cometían pecados a derecha e izquierda…¿Por qué? Mira la cantidad de milagros que sus ojos vieron, las 10 plagas, el Mar Rojo abrirse para ellos y cerrarse para los egipcios, nunca se quedaron sin comer, sus ropas no se rompían, la Presencia de Dios estaba con ellos durante el día y durante la noche, todas las victorias que tuvieron sobre los enemigos que vivían en la Tierra Prometida, en la tierra de Canaan, ¿dónde has escuchado ese nombre antes? El Antiguo Testamento está lleno de todos esos momentos, donde Israel es llamada a ser distinta, a seguir al Dios de la creación y no a dioses creados por el ser humano, a separarse de las ideologías de las naciones a su alrededor. Dios les advierte una y otra vez. Una y otra vez ellos ignoran las instrucciones, viven las consecuencias de sus decisiones, se arrepienten, regresan al Dios de la Creación un ratito y después regresan a lo que es malvado a los ojos de Dios.
¿Hay algún fin a esta corriente cultural del mundo que va en contra de la corriente cultural de Dios? Basta mirar a nuestro alrededor y a nivel mundial. Ahora está en las noticias el conflicto entre Rusia y Ucrania, ¿verdad? ¿Ves tú el fin a la inclinación al mal? Pues ánimo, que sí lo hay. El HIJO del HOMBRE se encarga de eso. ¿Has escuchado alguna vez esa frase o título?
Interesantemente, Jesús se refería a Él mismo con ese título casi todo el tiempo. Te invito a que leas Mateo 24, Jesús está hablando con sus discípulos en referencia a las señales de la venida de Jesús por segunda vez y las señales del fin del mundo. Y Jesús contesta con esa frase varias veces: “La señal del Hijo del hombre aparecerá en el cielo… Verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria…La venida del Hijo del hombre será como en tiempos de Noé…el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo esperen.” Pero mira lo que dice el último libro de la Biblia, Apocalipsis 14:14: “Miré, y apareció una nube blanca, sobre la cual estaba sentado alguien «semejante al Hijo del hombre». En la cabeza tenía una corona de oro y, en la mano, una hoz afilada.” Y terminaré aquí, sino el audio durará horas. ¿Quién golpea la cabeza de la bestia? Jesús. Jesús será el único Hijo del hombre, descendencia de la mujer, (¿recuerdas Génesis 3?) que vencerá a la bestia, a la serpiente. La bestia golpeó el talón de Jesús, en la cruz, pero la Palabra dice que si la serpiente hubiera sabido la victoria de Jesús en la cruz, no lo hubiera hecho. Espero que este audio te haya ayudado a entender que sin Dios y sus principios, el ser humano va por el camino equivocado, pero que Dios siempre está ahí, listo para perdonar, para instruir, para amar, para traer restauración y salvación. Y es a través de Su Hijo, el único Hijo del hombre capaz de vencer a la bestia y ocupar el trono con su corona, el trono que el ser humano había dejado vacío al desobedecer a Dios. Es la hora de tomar la decisión. ¿Qué decides tú? ¡Shalom!