Explorando juntos

En una ocasión, una amiga me invitó a su casa por primera vez y pude conocer a su familia. Su hijo, de unos 8 años me dejó con la boca abierta porque el niño parecía una enciclopedia de animales. Llevaba más de media hora hablando con él, o mejor dicho, escuchándole contar todos los detalles de animales de distintas partes del mundo. Francamente parecía que estaba leyendo un libro y pasando página tras página. Si su madre no hubiera dicho nada, el muchachito hubiera podido hablar del tema por horas.

Fue fascinante ver su admiración por los animales y su habilidad para recordar cantidad de detalles. Me preguntaba cuántos libros debía haber leído, o cuántos episodios debía haber visto para poseer ese tipo de conocimiento. Sin duda alguna, el niño había invertido mucho tiempo en aprender por él mismo. ¡Impresionante!

Que ya sean animales, deportes, música, ecología, cocina, literatura, o un sin fin de otros intereses, seguro que tú también tienes fervor por algún tema en específico. Es más, ahora que empieza el año nuevo, probablemente ya has estado pensado en enfocar de nuevo tus prioridades, lanzarte a hacer aquello que quisiste hacer el año pasado pero que no lograste empezar, o a lo mejor pensaste en iniciar algo totalmente nuevo y fresco.

 

Es bueno tener metas, ¿verdad?

Pero, ¿cuántas veces has deseado tener alguien a tu lado para que te apoye, te dé palabras de aliento, o te ayude a sacar lo mejor que hay en ti?
ALGO ASÍ COMO TENER UN BUEN SOCIO CONTIGO.

En mi caso, de cierta manera, Roberto, mi esposo, me ha animado a hacer cosas en el ámbito de nuestro negocio de diseño gráfico y publicidad, pero de una manera no muy romántica que se diga. En una ocasión Roberto hizo una venta de un producto que nunca habíamos producido antes. Me entregó los detalles de lo que había que hacer y me dijo: “Sé que puedes hacerlo.” Pues qué bonito, claro, como él hace las ventas, su trabajo ya había finalizado. Ahora me tocaba a mí ingeniármelas con el ordenador. A diseñar se ha dicho, ¿pero cómo? Horas del día, horas de la noche y nada. No había conseguido hacer nada. En aquella época, YouTube todavía no existía. Acudí a dos amigos que sabían más que yo de diseño. Uno me dijo que no sabía hacerlo y el otro me dijo que con los programas que tenía no lo podría hacer. Pues eso no era ninguna solución. A decir verdad, ya estaba cansada, con sueño y sin respuesta. Al poco rato llegó mi hijo de la escuela. Tendría unos 6 años en aquel entonces. Le pedí inmediatamente si podía orar por mí. Dejó su mochila en el suelo, puso su manita en mi frente, y dijo: “Jesús, mi mamá necesita ayuda con esto. Gracias. Amén.” Cogió su mochila y subió a su cuarto. Antes de que pudiera bajar para darle su merienda, empecé a chillar: “Funcionó, lo hice, Jacques, lo hice.”

Y de este tipo de socio es del que estoy hablando. De Dios, Su sabiduría y Su conocimiento. Y éste es solo uno de los muchos ejemplos donde Dios me dio la habilidad para hacer algo cuando yo no tenía el conocimiento. En otra ocasión Roberto quiso regalar algo de diseño a una persona. La persona dijo que lo que realmente necesitaba era una página de internet. “Muy bien, le dijo, empezaremos a trabajar en el tema. Nada más nos envías el contenido.” “¿Empezaremos?” Si Roberto no diseña. ¿Página de internet? Yo nunca he diseñado una. YouTube para entonces estaba apenas empezando, y no tenía el contenido que hay ahora. Acudí varias veces a un amigo, quien todavía estaba pagando cientos de miles de dólares por su universidad, de la que se graduó como diseñador, incluyendo de páginas de internet, y a mi sorpresa, no pudo contestar a ninguna de mis preguntas. Me llevó más de un mes de enfoque total aprender a hacer esa página de internet. Todavía no sé ni cómo lo hice. Lo que sé es que Dios me dio la habilidad para hacerlo, y desde entonces he diseñado muchas otras.

En la Palabra de Dios,

en el libro de Filipenses hay un versículo que dice: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” Sin duda me ha ayudado en esos momentos cuando he necesitado ayuda, cuando no he sabido qué hacer o cómo hacer. Dios, una vez tras otra, ha estado conmigo, animándome, enseñándome, guiándome, y también corrigiéndome. Pero lo hace con mucho amor y lo hace por mi bien.
Así como el hijo de mi amiga podría pasar horas y horas hablando de animales, así yo podría pasar horas y horas hablando de Dios y cómo El es real en mi vida. Podría hablar de las cosas que El ha hecho por mí que nadie más hubiera podido hacer. Realmente es una aventura con El. Invierto tiempo en conocerle más y más. Y cuánto más le conozco, más quiero decir como el Rey David:
“Oh Dios, qué profundos me son tus pensamientos; ¡Infinito es el conjunto de ellos! Si yo quisiera contarlos, serían más que la arena.”
Así pues, te animo a que incluyas en tus metas para este año el empezar a leer Su Palabra.

¿Te has fijado en la foto del podcast?

Lo que ves en la foto es la mano de mi hermano con la mano de su hija. Anímate a tomar la mano de tu Creador
y permitirle llevarte a la aventura de explorar juntos Su Palabra.
Podrías empezar leyendo el libro de Juan en el Nuevo Testamento y Proverbios (el libro de la sabiduría) en el Antiguo Testamento. Shalom.

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