Amor que impacta
Amor que Impacta
En el mundo de la tecnología en el que vivimos hoy, es muy fácil conectarse al internet y buscar información sobre temas que nos interesan.
Si buscaras historias que inspiran a otros, encontrarías muchas. Pero antes de la era del internet, escuché una historia que a menudo recuerdo hasta el día de hoy. Se trataba de un niño asiático, cuya familia era muy pobre. Siempre se paseaba por el mercado, buscando cómo ayudar a la gente. La comunidad de ese mercado se dio cuenta de que había algo especial en ese niño, y decidieron hacer algo por él, uniéndose con los recursos que podían traer a la mesa, para que el niño obtuviera libros y zapatos que le permitirían la entrada en la escuela año tras año. Décadas más tarde, el niño se convirtió en presidente de esa nación asiática. Cuando medito en la historia, quizá lo primero que me pasa por la mente es el impacto de una comunidad en la vida de un niño, quien a su vez, quiso agradecer la ayuda recibida convirtiéndose en presidente y logrando cosas buenas por su país. Pero lo que quizá no viene a la mente con la misma rapidez es la mano de Dios en ese niño, es Dios poniendo en los corazones de un grupo de personas hacer algo que impactaría esa nación años más tarde. A menudo, el crédito va automáticamente a las personas, cuando en realidad el amor de Dios está en acción, aún cuando la persona no cree en El, no conoce de El o ha escogido no seguir los caminos de Dios. Dios tiene muchísimos atributos y sin duda, Dios es Amor y es Misericordia. Nos ama porque somos Su creación y tiene misericordia de Su creación porque nos ama.
Así mismo, cuando leemos en la Biblia los milagros que Jesús hizo, uno va rápidamente a los detalles de esos milagros, dónde, quién, cuándo, cómo, etc…
A menudo, ponemos en segundo plano las palabras que Jesús repetía una y otra vez o las acciones que Jesús tomaba antes de realizar los milagros. ¿A qué me refiero? Jesús siempre se apartaba a solas, para orar, para tener comunicación con Su Padre en el cielo. Es como si Jesús dijera al Padre: “¿Qué quieres hacer hoy? Eso es lo que haré. ¿Qué quieres decir hoy? Eso es lo que diré. Este hecho es fascinante. ¡Qué relación de Padre e Hijo tan admirable! Jesús nos mostró una y otra vez que vino a hacer la voluntad del Padre, y no la suya. Jesús afirmó una y otra vez que El Padre y El eran uno. Siempre hablaba de esa unidad, como en el libro de Juan capítulo 5 cuando Jesús dijo: “Yo os aseguro que el Hijo no puede hacer nada por su propia cuenta; Él hace únicamente lo que ve hacer al Padre. Lo que hace el Padre, eso hace también el Hijo.” Un día me fijé en la reacción de muchos de los que presenciaban los milagros de Jesús. La multitud reaccionaba alabando a Dios. Daban crédito correctamente. Sabían que esos actos de poder tenían un solo autor: Dios a través de Jesús o en otras palabras, El Padre a través del Hijo.
Y ahora quiero hacerte una pregunta,
¿crees que Dios en el día de hoy sigue tocando vidas o crees que los milagros que leemos en las Escrituras son remotos y solo pertenecen al pasado? ¿Crees que el amor de Dios sigue en acción hoy y puede alcanzar tu vida o crees que Dios no es personal? Quiero compartir contigo 2 momentos en mi vida que reflejan que el amor de Dios por el ser humano no solamente es real, pero vive, es latente en nuestros días, es palpable, se puede medir porque impacta vidas. Así como esa comunidad asiática fue instrumento de ayuda a ese niño, así Dios sigue usando a personas en el mundo entero para alcanzar, impactar y transformar vidas.
La primera historia
La primera historia es ésta: En un día de verano quisimos pasar el día en un lago.
En vez de coger la autopista, decidimos coger una ruta rural y disfrutar de la vista. En aquel entonces no existían el GPS o los teléfonos inteligentes. Siguiendo un mapa, nos quedamos atascados en el hecho de que decía girar en una calle y NO encontrábamos esa calle. Dimos media vuelta varias veces, subimos y bajamos varias veces, y no había manera de encontrar esa calle. Al final decidimos regresar a la autopista para llegar al lago…..Como hora y media más tarde..
Bueno, llegamos, fuimos directos al agua…y en un momento dado, mis ojos ven a un niño de unos 9-10 años. Uno de los lados de su cara estaba deformada y su tamaño era probablemente 2 veces más grande de lo que debía ser. Enseguida sentí compasión por él y sentí ganas de orar por él, pero no sabía cómo hacerlo. No fue quizá hasta unas 2 horas más tarde que me encontré sentada en un banco del parque, y ese niño vino y se sentó a mi lado. En ese momento tuve la certeza de que debía orar por él. Hasta el niño empezó una conversación conmigo y lo único que salió de mis labios fue una sonrisa. Al minuto el niño se levantó y se fue. No entendí por qué no había aprovechado la oportunidad. Estaba claro que con las cientos de personas presentes en el lago y con los pocos bancos que habían en el parque, que ese niño se sentara a mi lado, tenía que ser una oportunidad creada por Dios. Y antes de que pudiera entender lo que había sucedido, nos preparamos para regresar a casa.
Todavía no habíamos salido del recinto del lago, cuando me empecé a sentir super incómoda porque sabía que era la voluntad de Dios que orara por ese niño y solamente le di una sonrisa. En ese instante, escuché en mi interior: “Puedes dar media vuelta, es lo que has estado haciendo todo el día.” Y ahí solté una gran carcajada porque entendí que el amor de Dios estaba en acción. Esa perdida en el camino que nos retrasó como hora y media tenía un propósito. Regresamos al aparcamiento.
Empecé a buscar al niño, pero ya no lo veía. Anteriormente Dios lo había sentado a mi lado, y ahora me tocaba buscarlo. Seguía sin verlo hasta que vi a un grupo de personas hispanas que pensé estaba relacionado con el niño. Y así fue. Ellos lo fueron a buscar. Cuando llegó le pregunté en qué idioma prefería que le hablara, inglés o español. Contestó “inglés”. Le conté lo que había sucedido y cómo Dios quería tocarle en ese momento, a lo que él contestó que él lo sabía, porque en dos semanas lo iban a operar. Eso fue todo lo que me dijo, porque a partir de ahí él fue el que sonreía y mis labios los que empezaron a declarar palabras de propósito sobre su vida. El amor de Dios tocó a ese niño, y el niño lo recibió con una sonrisa. El amor de Dios lo impactó.
La segunda historia
La segunda historia tiene que ver con una amiga de España con un problema en el cerebro.
Los médicos habían probado varias cosas pero nada había funcionado. Una tarde sentí una impresión fuerte en mi interior de que debía llamarla, que Dios quería tocarla con Su amor. A pesar de la diferencia de horario entre Estados Unidos y España, la llamé, pero no contestó. Eran como las 2 de la madrugada allá. Pero la impresión en mi interior era muy fuerte. Debía hablar con ella. Creo que fue al tercer intento que ella contestó. Le expliqué, oré por ella. A penas dijo nada, solo escuchó con agradecimiento. Al día siguiente sentí que debía llamarla otra vez para saber cómo estaba. Sus palabras fueron profundas. Me dijo que si Dios no la hubiera tocado en la madrugada con la llamada de teléfono se hubiera quitado la vida porque hacía tan solo unas horas que había recibido la llamada de un doctor que le confirmó que el método que pensaban que podría funcionar no iba a ser posible. Sin esa llamada en las horas de la madrugada, no hubiera tenido esperanza.
Dios, quien lo sabe todo, sabía que esta amiga necesitaba saber que Dios le amaba y que estaba con ella. Diez años más tarde, en un viaje a España la fui a ver y algo extraordinario ocurrió. Su habilidad para hablar y comunicarse, desde aquel día en el teléfono, había disminuido mucho. Desde que llegué a su casa sólo había podido comunicarse con ruidos que salían de su boca, sin articulación. En un momento dado le pregunté si tenía una biblia en casa. Sin decir nada, se levantó y al regresar la traía en la mano. Empecé a leerle los milagros de Jesús. Sus ojos estaban llenos de expresión, estaba entendiendo todo lo que decía. Estaba absorbiendo cada palabra. Y en un instante, sus labios articularon estas palabras claramente y perfectamente: “Quiero leer la Biblia.” El amor de Dios la impactó.
Estos son ejemplos vivos de las palabras de Jesús sobre el buen pastor
que deja a las 99 ovejas para encontrar la perdida, la que está herida, la que necesita saber que no está sola, la que necesita saber que hay salvación, que hay esperanza, que hay vida. Para Dios no hay distancia ni tiempo. El te encuentra donde estás, manda ángeles a cuidar de ti, envía personas a tu vida y te abraza con su amor, aún cuando quizá por mucho tiempo le hayas ignorado, aún cuando quizá no sepas mucho de El porque el pasado religioso te hizo mucho daño, aún cuando hayas hablado en contra de El.
Así es Su Amor, incondicional, sin requisitos, sin necesidad de perfección de nuestra parte. “Tanto amó Dios al mundo, que no dudó en entregarle a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino tenga vida eterna.” Estas palabras se encuentran en el libro de Juan capítulo 3. El autor del libro de Juan es conocido por “el discípulo amado de Jesús”. El mismo Juan se refiere así mismo como tal, como podemos leer en varias ocasiones, como es este ejemplo:
“Pedro se volvió y vio que detrás de ellos venía el discípulo a quien Jesús tanto quería.” Yo creo que Juan tuvo un impacto con el amor de Dios tan grande que Dios lo escogió para escribir sobre Su amor por el mundo entero. Juan se describe como “el discípulo a quien Jesús amaba”, no porque fuera el favorito, pero porque entendió de gran manera el amor de Dios por él.
Te invito a que abras una biblia, ya sea en formato de libro o en una aplicación en tu teléfono o en el internet. Recientemente compré una biblia con ilustraciones para colorear. Me gusta mucho porque además de relajarte, te permite meditar en lo que acabas de leer. Te inspira a ser un lector activo. Si te gusta tomar notas o incluso te gusta dibujar para recordar citas, recomiendo unas Biblias en español de apunte, con amplios márgenes con líneas para notas, reflexiones o incluso espacio para dibujar. O quizá prefieres escuchar la Biblia narrada. Si haces click en las palabras que están en azul podrás ver algunas recomendaciones. También puedes ver fotos al final de este blog. Realmente hoy no hay excusa para no adquirir una u otra versión de las Escrituras. Envuélvete en las palabras. Lee el libro de Juan en el Nuevo Testamento o Nuevo Pacto y presta atención a los impactos del amor de Dios a través de Jesús. Hasta cuando estaba en la cruz, Jesús amó a su madre: “Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.”